martes, 17 de octubre de 2017

Increíble!!

Llevo unos años con una pareja estable, y una de las cosas más increíbles que he vivido, sucedió el día de mi cumpleaños.

Como todas las parejas, tenemos nuestros altibajos, hay alguna discusión, aún así, hay momentos en los que esas cosas se dejan de lado, y se hace de tripas corazón, para poder disfrutar de algún momento especial.

Pero aquí os dejo algo que me dejó atónito, y que no me imaginaba que pudiera ocurrir, por lo menos en mi cabeza no entraba esa posibilidad.

Conviviendo juntos, como ya he dicho durante varios años, viéndonos todos los días, el mismo día del cumpleaños de uno, tu pareja se limita a  felicitarte por WhatsApp, como si fueras alguien lejano al que no puedes ver, o que incluso no tienes el contacto suficiente para hacerle una llamada....

Desde luego hay cosas, cómo esta que aún me sorprenden...

Y luego hablan de educación, y respeto...

martes, 23 de mayo de 2017

Así de absurdos somos los humanos

Ayer, día 23/05/2017, leía en el 20 minutos, la columna de ISASAWAIS, me gustó tanto, e hizo reflexionar que no tengo a menos que compartirlo con vosotros.
Espero que os guste tanto como a mi, y que os haga reflexionar también, aunque solo sea un poquito.


"La primera en hacerlo fue ella. La quise tanto que el día que se fue creí morir, y ahora que he estado cerca de esa experiencia, sé que la sensación de vacío fue la misma.
Estaba preciosa, sus rizos morenos, su sonrisa, el brillo de sus ojos azules y ese magnetismo suyo, intacto.
Se acercó a mi cama y me besó mojando mis mejillas con sus lágrimas: "Perdóname, por favor. Debí haberte explicado por qué me fui. Tú querías una vida para la que yo no estaba preparada y me asusté. Me arrepiento cada día, pero no he tenido valor para llamarte después de cómo me marché. Te quiero, nunca he dejado de hacerlo...". Habían pasado 13 meses y 5 días.
A media tarde entró él, quien más me había decepcionado en 40 años, un gran amigo. Compartimos reuniones, viajes, cenas, hicimos negocios y compartimos copas de vino hablando de las cosas de la vida. Un gran amigo del que un día empiezas a oír, otro sigues oyendo, otro atas cabos y finalmente entiendes que ha estado jugándotela desde el principio. No fue cuestión de dinero, el dinero va y viene, pero el dolor de la traición, ese no se va. Nunca lo reconoció, de haberlo hecho le hubiera otorgado una veracidad para la que ni él estaba preparado. Pero ambos lo sabíamos.
Y allí estaba. Entró en la habitación mirando al suelo, avergonzado, imagino. Traía el discurso estudiado: "Lo lamento, amigo, siento lo que te hice. Créeme que si pudiera volver atrás, no lo haría. Perdóname, te lo ruego".
No dije nada, continué con los ojos cerrados. Lo que él no sabía es que yo le había perdonado hacía mucho tiempo.
No la esperaba a ella, tampoco a él, pero desde luego si algo no creí es que viniera a verme mi hermano. Hacía 6 años que no lo veía y lo encontré muy desmejorado. En este tiempo se había llenado de canas, llevaba unas gafas algo torcidas que sostenía arrugando la nariz y entrecerrando los ojos, en un gesto que ya se había convertido en un pequeño tic. Llevaba la camisa medio sacada por fuera, parecía que le hubiera pasado un camión por encima.
Se acercó y estuvo un rato en silencio eligiendo las palabras que me diría después de tanto tiempo: "Lo siento mucho, hermano. Siento haber sido tan cabezón, siento no haberte llamado antes, siento que hayas tenido que casi morirte para venir a verte. Menos mal que no lo has hecho, cabrón, me habrías matado a mí. Recupérate y volvamos a jugar los viernes nuestra pachanga. Te he echado mucho de menos." No se dio cuenta, pero una lágrima desbordó mis ojos cerrados.
Hacía unas horas que me había despertado en aquella habitación de hospital, pero decidí no abrir los ojos. Les di así el valor que necesitaban para decir lo que llevaban tanto tiempo guardando y reconciliarse por fin con ellos mismos.
Que la vida tenga que echarte un órdago para que espabiles, así de absurdos somos los seres humanos..."